En la actualidad, la cultura y el medioambiente están más interconectados que nunca. La forma en que vivimos, nos relacionamos con la naturaleza y nos comportamos tiene un impacto directo en el entorno que nos rodea. Por lo tanto, es fundamental que las prácticas culturales y sociales fomenten la conservación y preservación del medio ambiente.
La cultura guía el comportamiento de las personas y ayuda a diferenciar grupos, funcionando como un marcador importante de las sociedades. Los valores culturales están tan arraigados que pasan desapercibidos para la mayoría de las personas. Generalmente, no se piensa en el tema hasta el primer viaje internacional, cuando el ciudadano se enfrenta a una realidad diferente, que viste, habla y se comporta de diferentes maneras.
Es fundamental que los gobiernos y las instituciones promuevan políticas y medidas que protejan el medioambiente y fomenten la sostenibilidad del país. Asimismo, es indispensable que se fomente, la participación ciudadana en la toma de decisiones relacionadas con el medioambiente, para que la comunidad pueda contribuir activamente a la preservación del ciclo natural.
La cultura también desempeña un papel fundamental en la promoción de prácticas sostenibles. A través del arte, la música, el cine y otras expresiones culturales, se pueden transmitir mensajes sobre la importancia de conservar la naturaleza y vivir de forma más respetuosa con el planeta. De esta manera, la cultura se convierte en una poderosa herramienta para concienciar a la sociedad sobre la urgencia de proteger el medioambiente.
El famoso iceberg de la cultura, desarrollado por Edward Hall en 1976, es una analogía que explica la profundidad de los rasgos culturales, implícitos en cada acto elegido. El modelo muestra que sólo el 20% de estas huellas son visibles sobre la línea del mar en el iceberg. Estos serían más fácilmente identificables, como la comida, el idioma o el clima. Sin embargo, el 80% de la evidencia está sumergida y constituye la parte más compleja y genuina de un grupo social, como la noción de pudor, las formas de liderazgo y la comunicación. A primera vista, no es posible evaluar y comprender estas diferencias; Pero no nos equivoquemos: desempeñan un papel importante e influyen en cómo las personas realizan determinadas acciones y no otras.
Es inevitable plantear la cuestión del respeto al medio ambiente con absoluta moderación para revertir las actividades que hasta la fecha han causado daños a nuestro mundo. Por lo tanto, debemos incorporar la idea de que con el paso del tiempo y el mantenimiento de conductas nocivas para el medio ambiente, perdemos la oportunidad de tener una mejor calidad de vida, deterioramos nuestro planeta y los seres que viven en él.
En resumen, la conexión entre la cultura y el medioambiente es evidente y cada vez se hace más evidente en nuestra sociedad. Promover una cultura que valore y respete la naturaleza y que garantice la sostenibilidad a largo plazo y proteja el entorno para las generaciones futuras. Es responsabilidad de todos fomentar prácticas sostenibles y adoptar un estilo de vida que esté en armonía con el medioambiente. Solo así podremos construir un futuro más verde y saludable para todos.
Érica Teixeira- a106076
Joana Quintas- a106136
Letícia Ramos- a106780
Luana Azevedo- a109213
Mafalda Dias- a106147