Ciudadanía

¿Qué es ser ciudadano? Su término es fundamental para aquellos que necesitan aplicar una definición a los integrantes de su Estado. Las diversas cuestiones que surgen de su concepto son un reflejo de las imperfecciones y de la estructura social, humana y política que hemos vivido desde la antigüedad hasta la era contemporánea. ¿Puede la ciudadanía ser un término universal y aceptable para todos? ¿O será algo mutable?

‘Ciudadanía’ es un término que data de hace mucho tiempo, desde los princípios de la Antigua Grecia. El término proviene del latín ‘civitas’, que significa ciudad. Por tanto, la ciudadanía se ha definido como la condición que se otorga al ciudadano o la ciudadana de pertenecer a una comunidad organizada. Ciudadanía, tal y como la conocemos, está muriendo y se transforma en algo nuevo con la evolución digital. Aunque, a pesar de que el concepto base es permanente y visible para muchos teóricos, y es algo en lo que muchos académicos están de acuerdo.

La ciudadanía es algo común a mayor parte de las personas en el mundo, pertenece a una comunidad política, estado con derechos y deberes que se deben cumplir. El Estado tiene obligación de dar a las personas que tienen el título de ciudadano, oportunidades de trabajo, seguridad, la oportunidad de elegir quién gobierna el país. Ser ciudadano va más allá del hecho de pertenecer a una comunidad política con diversas delimitaciones que determinan la forma en que el individuo interactúa explícita e implícitamente en un Estado.

La globalización , por ejemplo, obliga a que las estructuras sociales estatales lideren con un orden mundial en constante movimento..

Como mencioné anteriormente, la ciudadanía se integra en una comunidad política central, con derechos y privilegios definidos, y a diferencia de lo que la mayoría de la población concibe, hay un grupo de personas excluidas de esta afiliación. Ha servido solo como una forma de conclusión, estableciendo para una particularidad poblacional los beneficios que obtendrían a través del concepto de ‘universalidad’, para representar los desafíos históricos, desde la antigua Grecia con las ciudades-estado hasta el surgimiento y la popularización de la democracia y la supuesta ciudadanía global. Enfrenta presiones y desafíos globalmente, pero también a nivel regional, con la exclusividad de la ciudadanía Estado-Nación.


Un ejemplo claro es la Unión Europea: el concepto de ciudadanía europea trasciende y supera los conceptos tradicionales, vuelve las fronteras maleables y las expande, permite que los ciudadanos portugueses tengan ciudadanía portuguesa y europea sin que una influya directamente en la otra. Como estructura supranacional, la ideología de equilibrar la ya presente identidad nacional con una identidad más amplia y transnacional, permite que haya muchas concepciones sobre la Unión Europea convirtiéndose en una comunidad internacional basada en sistemas federales como en los Estados Unidos de América y en Brasil, y que la ciudadanía de cada estado miembro se reduzca a solo ciudadano europeo. Esta nueva ideología de algunos académicos y políticos se vuelve extremadamente peligrosa y acabaría cuestionando la soberanía de cada Estado miembro.

Al revisar los derechos y obligaciones que plantea la ciudadanía moderna, surgen cuestiones relacionadas con la asignación de derechos y quién tiene acceso a ellos. Desde una perspectiva económica, el capitalismo ha permitido la expansión de los derechos políticos, especialmente el derecho al voto, lo que ha significado, a su vez, la emancipación de la clase trabajadora y el surgimiento de partidos democráticos de masas.

En un escenario de crescente actividad transnacional, en el cual los Estados nación emergen indirectamente unos entre los otros acaba por levantar un desafio filosófico significativo volviendo a la ciudadanía y de su status de igualdad y universalidad.

La ciudadanía, anteriormente intrínsecamente ligada a las fronteras nacionales, enfrenta de hecho la necesidad de trascender esas barreras geográficas. El núcleo del problema es que, en la práctica, la universalidad no es accesible para todos y algunos grupos son sistemáticamente marginados o excluidos, además de que, como mujer, la falta de valoración y la ignorancia de las contribuciones que no se ajustan a las normas tradicionales, como el trabajo doméstico no remunerado, resalta esta desigualdad de género en el concepto actual de ciudadanía, que no es visible, sino entre líneas.

Actualmente, el espectro de la ciudadanía es más amplio y no solo derivado del Estado-nación, sino de la humanidad en su conjunto. Esto conlleva más desafíos para definir el término y que los ciudadanos sean agentes activos no solo de su país de origen, sino también participantes responsables en un orden social y político global, como ocurre con los ciudadanos de los Estados miembros de la Unión Europea. La influencia y ascenso de actores no estatales en la comunidad internacional, como las ONG y los movimientos sociales, trascienden fronteras, como es el caso de los movimientos por los derechos humanos, Black Lives Matter y las cuestiones de las mujeres en Afganistán que resaltan la necesidad de una ciudadanía activa más allá de las divisiones nacionales, demostrando la urgencia de una respuesta rápida al concepto de ciudadanía en esta era digital globalizada.

En resumen, la ciudadanía trasciende el concepto tradicional, siendo crucial interpretar entre líneas, especialmente en un orden global que busca armonizar valores éticos y solidaridad, aunque la soberanía e identidad de los Estados soberanos prevalezcan. Aunque teóricamente existan diversas definiciones para la ciudadanía moderna, en la práctica, los riesgos y complejidades superan cualquier concepción. Ser ciudadano, además de un derecho, es intrínseco a la sociedad humana.

Fuentes bibliográficas:

Ciudadanía

https://www.mjusticia.gob.es/es/ciudadania

https://commission.europa.eu/strategy-and-policy/policies/justice-and-fundamental-rights/eu-citizenship-and-democracy/eu-citizenship_en

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